Un centro para la conservación del patrimonio funerario

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Un centro para la conservación del patrimonio funerario
Por: Lic. Alberto Chía Collazo
Ocupando terrenos de las fincas La Baeza, La Currita, La Novia, La Campana, La Torre y La Portuguesa, en las alturas de la zona del Vedado, se construyó en el siglo XIX el cementerio Cristóbal Colón. Como consecuencia del crecimiento de la ciudad y la escasez de sitios de enterramiento, en 1870 se establecen las bases de un concurso público para la construcción de un nuevo cementerio que respondiera a estas necesidades. Resultando ganador el proyecto del arquitecto español Calixto Loira Cardoso, las obras del nuevo camposanto comienzan el 30 de octubre de 1971 para concluirlas quince años después, el 2 de julio de 1886. Ampliado durante la primera mitad del siglo XX, la obra ocuparía una extensión de 504 458.22 m2, formando una planta rectangular similar a un campamento romano estilo románico-bizantino, con aceras, calles y calzadas enumeradas, facilitando al visitante su acceso.
Concebido desde sus orígenes para ser portador de una riqueza artística inigualable, obras escultóricas y monumentos arquitectónicos, fueron ocupando poco a poco sus espacios hasta transformarlo en la actualidad en un gran museo al aire libre. La riqueza de sus obras, le han permitido a la necrópolis más grande de américa, ser valorada como el tercero de importancia mundial; solamente antecedido por el de Staglieno en Génova, Italia y el de Montjuic en Barcelona, España.
Las obras de reconocidos artistas cubanos y extranjeros como Palacios, Melero, Gelabert, Vilalta Saavedra, Ramos Blanco, Rita Longa, Portocarrero, así como Moisés de la Huerta, Romanelli, Benlliure y Alexander Sambugnank entre otros, se erigen para formar conjuntos con los diferentes estilos arquitectónicos presentes en el eclecticismo, modernismo y el racionalismo del siglo XX dentro del arte funerario universal. Por este motivo, además de guardar los restos de generales de las Guerras de Independencia, luchadores revolucionarios, relevantes científicos e intelectuales, artistas y deportistas de renombre internacional, así como las insólitas historias relacionadas con la muerte que en él se acumulan, el 18 de febrero de 1987 es declarado Monumento Nacional.
Desde entonces, el estado cubano ha establecido políticas en favor de la conservación de los monumentos y conjuntos escultóricos que aquí se atesoran. Numerosas gestiones se llevaron a cabo con el fin de preservar las obras artísticas. Operaciones de limpieza y reintegro de faltantes, caracterizarían aquellos primeros intentos dentro de un campo en el que el país comenzaba a dar sus primeros pasos. Sin embargo, ha sido el acercamiento del público con el lugar para hacerlo comprender de su significación, lo que ha permitido fomentar actitudes que contribuyen con la conservación del cementerio Colón como patrimonio.
Desde comienzos del siglo XXI, y respondiendo al interés de promover el cuidado y conservación del cementerio como patrimonio, la Oficina del Historiador de la Ciudad contribuiría junto a Patrimonio Nacional con la participación logística, de especialistas y operarios dentro del campo de la restauración. Para el año 2010, la escuela taller de La Habana “Gaspar Melchor de Jovellanos”, de la oficina del historiador, es convocada para ejecutar trabajos de restauración en la necrópolis de Colón.
Surgida el 6 de abril de 1992, a raíz de un convenio suscrito entre la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, es una unidad formativo-productiva que propicia la preparación teórico-práctica en oficios y/o artes manuales mediante el desarrollo de habilidades para la restauración del patrimonio construido. Tiene como misión formar jóvenes como obreros calificados con el objetivo de restaurar y conservar edificaciones con alto valor patrimonial, así como brindar una opción de capacitación y empleo a jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo. También, desde el principio, su política ha sido graduar el mayor número posible de jóvenes que cursan las diferentes especialidades, garantizándoles una ubicación laboral al culminar sus estudios y garantizar la continuidad de los estudios de Técnico Medio como alternativa de superación de nuestros egresados y trabajadores de la oficina.
Con talleres como albañilería integral, carpintería integra, herrería, pintura de obra, restauración general y vidriería, los estudiantes-trabajadores aprenden las características teórico-práctica de cada especialidad por un espacio de dos años. Asignaturas como tecnología de la especialidad, tipología de la arquitectura colonial, materiales de la construcción, dibujo e historia, son impartidas como parte de la formación teórica. La capacitación que este centro proporciona ha permitido insertar a la escuela taller en más de cien trabajos de restauración de gran significación dentro del centro histórico, lo que ha sentado las pautas para que la escuela se haya proyectado mucho más allá de La Habana intramuros.
Dentro de estos sitios, el cementerio Colón fue el primero en que la escuela realizaría labores de restauración fuera de la Habana Vieja. En el año 2010, un rayo impactó sobre el cupulín de la linterna de la capilla central, y lo destruyó. Con la ayuda de fotos y planos antiguos, se pudo trazar la geometría original para acometer una réplica exacta. Sin embargo, la cúpula original era construida de hormigón mientras que la nueva se rehízo en ladrillos para lograr una mayor durabilidad y rapidez en el tiempo de construcción. El método aplicado se sustentó en prácticas tradicionales de la albañilería extremeñas para la construcción de bóvedas.
Los resultados alcanzados tras la restauración del cupulín de la capilla, se le pidió a la escuela taller la restauración de otra cúpula. Cercana al pórtico
principal, la capilla de la familia Loredo perdió su cúpula tras el paso de un ciclón en el año 2013. Debilitada por la presencia de estructuras de acero, el fenómeno meteorológico terminó por colapsarla definitivamente. Su restauración constó de la construcción total de la cúpula por el método de bóvedas extremeñas, el cual no utiliza cimbra para la colocación de los ladrillos, los que se fijan con yeso de fraguado rápido. Se elaboraron moldes de yeso a partir de cada una de las piezas destruidas que conformaban la ornamentación del monumento. Los conocimientos y habilidades recibidas permitieron devolverle al panteón su apariencia original. Es de destacar que este trabajo fue ejecutado con una participación mayoritaria de alumnos de primer año de la especialidad de albañilería integral.
En la actualidad la escuela taller posee dentro del propio cementerio una sede con talleres de albañilería integral y restauración general para continuar llevando a cabo trabajos de restauración. Esta sede se encuentra ejecutando trabajos de restauración en nuevas capillas: familia Franchi Alfaro, familia José Cano, familia Ariosa y familia Tapíe, todas ellas herederas del empeño de rescatarlas del olvido por manos jóvenes que se adiestran en el conocimiento, apreciación y cuidado del patrimonio.